La actividad de las Sociedades contribuyó a un considerable desarrollo de la literatura económica de la época y a nuevas experiencias de instrucción técnica y científica. Además de las Sociedades, la Junta General y los Consulados de Comercio también contribuyeron al fomento de los estudios económicos y de formación técnica; destaca especialmente la Junta Particular de Comercio de Barcelona, desde su restablecimiento en 1758.
Dos casos paradigmáticos del papel aglutinador de las Sociedades Económicas en relación a sus respectivos movimientos ilustrados fueron los del País Vasco y Aragón. La pionera y
peculiar Real Sociedad Bascongada de Amigos del País fue a partir de su constitución definitiva en 1765 el núcleo fundamental alrededor del cual se desarrolló la activa ilustración vasca,
desde el triunvirato inicial de los “Caballeritos de Azcoitia” - el conde de Peñaflorida, el marqués
de Narros y Manuel de Altuna- hasta las figuras de Arriquíbar, Foronda, Ibáñez de la Rentería,
Manuel de Aguirre... De notable interés y efectividad fue la actividad desarrollada por la Sociedad Aragonesa de Amigos del País, impulsada por el conde de Aranda y su primo Ramón
Pignatelli. Su “portavoz” económico era el clérigo Antonio Arteta, que publicó en 1781 una
Disertación sobre la dignidad de los oficios, y, en 1873, un Discurso instructivo sobre las ventajas para la economía aragonesa del comercio libre con América. La Sociedad fundó la primera
cátedra española de economía el 24 de octubre 1784, cuyo primer responsable fue Lorenzo
Normante y Carcavilla, y promovió un amplio programa de traducciones y ediciones económicas, además de experiencias educativas y el Canal Imperial de Aragón. Normante utilizó inicialmente como libro de texto las Lecciones de Economía Civil de Danvila hasta que Victorián de
Villaba terminó de traducir, en 1786, las Lezioni di Commercio de Genovesi, que ocuparon su
lugar. El propio Normante publicó después el Espíritu del señor Melon y las Proposiciones de
Economía Civil y Comercio. La cátedra contó desde sus inicios con una fuerte oposición de
sectores sociales contrarios a las ideas de los ilustrados; la experiencia no se generalizó a
otras Sociedades, como pretendía Floridablanca, su promotor. Sólo Ramón Salas impartió
clases de economía política en la Academia de Leyes de la Universidad de Salamanca entre
1788 y 1792, hasta que los estudios fueron suprimidos por el Claustro de la Universidad. La
única excepción conocida en el siglo XVIII fue la Academia de Economía Política creada por la
Sociedad Económica Mallorquina en 1793, en la cual José Antonio Mon Velarde explicaba las
Lecciones de Genovesi.